Etiopía es el único Estado soberano cristiano que ha perdurado en África desde los primeros siglos del cristianismo hasta nuestros días.
Según la tradición, los santos apóstoles Mateo y Bartolomé habrían permitido la evangelización de Etiopía. El nacimiento del cristianismo oficial en Etiopía se debe a la consagración del obispo Frumencio por san Atanasio de Alejandría. En el año 330, el Imperio de Aksum se convirtió al cristianismo.
Una de las tradiciones más famosas de la Iglesia etíope es la visita de la reina de Saba al rey Salomón. La reina de Saba, que conocía el prestigio adquirido por Salomón, quiso ponerlo a prueba. Ella viajó a Jerusalén y se presentó ante Salomón (I Reyes, 10, 1–13). Según la tradición etíope, la reina de Saba habría regresado a su reino embarazada, y su hijo Menelik I, primer emperador legendario de Etiopía, habría sido hijo de Salomón. También se relata que Menelik, siendo muy joven, viajó a Jerusalén para empaparse de la sabiduría de Salomón antes de regresar a su país.
Según la tradición, Menelik habría llevado consigo el Arca de la Alianza, que aún hoy se oculta en Aksum, Etiopía.